lunes, 30 de abril de 2007

Malditos sean

He topado con un problema sin solución. Mi bicicleta tiene una discapacidad irreversible en sus cuartos traseros.

Todo comenzó con una simple baja aislada, subsanada fácilmente por cualquier cirujano velocípedo que se precie, pero esto ha sido sólo el principio.

La enfermedad ha ido debilitando cada capacidad vital hasta provocar un fallo multiorgánico. Se ha contagiado velozmente, sin dilación, carcomiendo los momentos uno a uno y provocando la caída del siguiente, como una facción que devora al más poderoso ejército desde el interior.

No existe “Jony” capaz de curarla, porque la globalización se ha encargado de ponerla en el desván, en el olvido, para dar paso a otras venidas de oriente. Flaco favor le hacen al conde de Sivrac con su celerífero de cabeza de dragón. Hacen temblar al mismísimo Leonardo en su tumba por si no hubiese tenido bastante con los amigos del señor Brown. ¡Ay si el barón Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn levantara la cabeza!. A nadie le importa, “lo siento señor pero eso ya no se fabrica”. Malditos sean.