lunes, 23 de abril de 2007

Dentro de

Poderoso, avanza con vigor entre sueros y fluidos. Se desparrama entre las cavidades, juguetea con capilares y microbios, sin descanso, haciendo estragos en mi voluntad, rechinando sus dientes, susurrando palabras de odio y rencor. Retorciéndose desesperadamente en los precipicios de mi cuerpo, sus espasmos resuenan en las paredes de carne como truenos de tormenta de verano. Envilece con su hedor cada centímetro de mi ser.

Debajo de mi piel habita este extraño ente, y su grito es desgarrador.

Oscurece mi sangre, ya malva, fatigada en su lucha contra la sanguinaria bestia. Se deshacen mis músculos, incapaces de contener el torrente furioso que los erosiona. Paulatinamente destroza cada rincón, esquivando paisajes de un mejor ayer, y dejando poso de caos donde otrora reinara el orden.

Sin vacilar atraviesa mi garganta, explota mil veces en mis oídos, secretando pérfido veneno en mi lengua. Excava con garra afilada en mis sueños, mutila mi compasión y abona nuevos ansias de mal. Hoy creo morir, porque los celos se apoderaron de mí.