lunes, 26 de enero de 2009

El romance de la Princesa del cuerpo estirado



La princesa
tiene frío.
Se siente presa
del vacío.

¡Lacayo,
traiga cuerda y caballo!

Se posan los cuervos
en las ramas
y miran atentos
el drama.

¡Lacayo,
áteme fuerte al caballo
y entierre después
mi cuerpo estirado!

Mientras la peinan
el príncipe decía:
¿Por qué no quiso ser reina
ni un solito día?

¡Carpintero,
soldados y clero!
Les encargo
misa, desfile, ataúd
¡de tres metros de largo!

Funeral de estado.
Llora el pueblo llano:
¡Si yo fuese princesa,
duquesa o condesa
no me habría matado!

¡Pobre princesa
del cuerpo estirado
si yo fuese ella
yo no me habría matado!