El romance de la Princesa del cuerpo estirado
La princesa
tiene frío.
Se siente presa
del vacío.
¡Lacayo,
traiga cuerda y caballo!
Se posan los cuervos
en las ramas
y miran atentos
el drama.
¡Lacayo,
áteme fuerte al caballo
y entierre después
mi cuerpo estirado!
Mientras la peinan
el príncipe decía:
¿Por qué no quiso ser reina
ni un solito día?
¡Carpintero,
soldados y clero!
Les encargo
misa, desfile, ataúd
¡de tres metros de largo!
Funeral de estado.
Llora el pueblo llano:
¡Si yo fuese princesa,
duquesa o condesa
no me habría matado!
¡Pobre princesa
del cuerpo estirado
si yo fuese ella
yo no me habría matado!