martes, 22 de junio de 2010

RF descubre el centro del mundo.

Roger Federer friega los cacharros de cocina después de un copioso almuerzo.

Últimamente, cada vez con más frecuencia, se salta el estricto orden de comidas que le dicta su dietista. Lo hace con placer y sin pizca de remordimiento, no os creáis. Hoy, Roger Federer se ha comido medio paquete de patatas lays campesinas, cuatro espárragos untados en mayonesa, dos rebanadas de pan integral, un par de trozos de queso especiado, un enorme filete de ternera pasado vuelta y vuelta por la sartén, un cuenco de fresas troceadas en yogur natural y dos copas de un Valdepeñas que le obsequiaron en su último paso por Madrid.

Con el estómago lleno y la tranquilidad de encontrarse solo en casa (este fin de semana Mirka se ha llevado a los bebés a casa de los abuelos), Roger Federer se afana relajadamente delante del fregadero. Desde el salón le llega el sonido de la repetición grabada del partido entre Andy Murray y Andy Roddick en las semifinales del pasado Wimbledon. Mientras friega, escucha el golpeo rítmico de la pelota, las interjecciones de esfuerzo de los dos tenistas y el aplauso intermitente del público. Roger Federer imagina que los sonidos del partido corresponden a la esmerada tarea de enjabonar y enjuagar platos y cubiertos. Se concentra en eliminar todo resto de aceite de la sartén y el público le anima con ovaciones salpicadas.

Roger Federer vuelve al salón después de haber secado y ordenado vajilla y cubertería. En la pantalla, los dos Andys siguen a lo suyo.

Sobre un trofeo menor colocado junto al televisor, Roger Federer descubre una pequeña avispa. Acuclillado, con la nariz a un palmo del insecto, la observa durante unos segundos. Se halla tan quieto –el insecto- que cualquiera pensaría que ha vivido toda su vida posado sobre el trofeo. Se halla tan quieto –Roger Federer- que cualquiera pensaría que toda su vida soñó con ser una avispa congelada sobre un trozo de metal.

Roger Federer se alza muy despacio, la avispa sigue sin moverse lo más mínimo. Sale del salón y vuelve con una servilleta en la mano. Despliega el trapo sobre la avispa con la solemnidad con la que se cubre con un manto algo valioso y delicado. Sale al patio de su casa y con cuidado libera al insecto, que inicia un veloz vuelo en diagonal elevándose hacia lo alto. La avispa escapa de la vista de Roger Federer que es cegado durante un instante por la luz del sol.

jueves, 3 de junio de 2010

grandes citas.

Nunca te darás cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdas, o hasta que comprendas que nunca lo tuviste.

La juventud nunca se pierde. La juventud nunca llega. Sólo serás un niño con barba.

- Papá, ¿podré llegar a madurar algún día?, ¿llegar a ser como tú?
- Vete a la mierda.

No sé si tengo hambre o me estoy cagando.

Estarás más triste cuando se hallan acabado los motivos para estarlo.

¡Barrabás!

-¿Y a tí qué te gusta?
- A mí me gusta el huevo frito con patatas.